I
-
- - Estuvo siempre, fueron los
que como tú se creyeron el cuento .
- - No le pongai, hay rachas. Nos
hubiera ido mejor yéndonos a una mina, allí hay plata segura. Dime si tuvieras
la oportunidad hoy si acaso no lo harías, ¿Qué hemos sacao con la huevá de la
contaduría? - - - Ya ni los bancos…
- - No había otra cosa mejor alrededor
o te creí que podíamos elegir.
- - El Agustín está en el Norte cerca de Calama y dice que es feo, pero que la
huevá da para comer y salir de carrete todos los sábados.
- - ¿Y no es feo Cerro Navia? Yo
ya no estoy ni pa’l carrete. A veces miro a estos pendejos que no llegan a 16 y
se levantan los cajeros y los entiendo. Eso es lo peor, que los entiendo.
- - Dice que hay colombianas muy
calientes y que puedes tener a una diferente cada fin de semana.
- - Estás perdío…siempre la misma
huevá. El mundo se derrumba, léete cualquier diario y lo verás. Y encima esta
puta lluvia.
- - Me aburrí ¿Quieres otro?
- - No
II
La Fuente El Chonco abrió en 1962, desde
entonces los vidrios de la ventana están sucios. Creo que no los he visto nunca
limpios. Le pasas el trapo y quedan igual.
Dentro están esos dos gallos de siempre, toda la mañana dale que dale.
Llueve y los ahuevonaos se quedan ahí, sin agallas. No tienen un proyecto , no tienen
una idea práctica ¿cachai?. Hay que pensar en positivo.
Yo con un día más que trabaje puedo
sacarme el pasaje a Melipilla y allí hay
oportunidades, no hay que tenerle miedo al mundo. Eso lo aprendí de mi difunta
madre. Benito, me decía, la vida es de los empeñosos, de los que trabajan todos
los días, de los que como mucho toman una copa de vino en la noche. Es cuestión
de tiempo y esfuerzo Benito. Y el sábado
me pasearé por la calle principal de Melipilla, no como estos.
III
Ha empezado a correr el agua por la
calle, ya esta sucia de tierra. La mujer que ha salido de la frutería ha
entrado en la fonda. Dentro, como siempre,
están “Veneno” y “Pancho K” con sus piscolas a medio. En la pantalla de TV el
matinal con la Karen
Apenas pasan autos y los que pasan
salpican de agua los puestos vacíos de la feria.
El único tarao que está en la calle, como
si nada, es el Benito, limpiando los vidrios de la Fonda en un día como este.
Al final de la calle cuando se llega a la
avenida se ven las luces encendidas de los comercios de la gente bien. Son las
11 de la mañana, pero apenas se ven las fachadas con precisión. Algunos días no
se levanta la luz. Los portales sombríos, las luces fundidas de la calle
Huelén, un carabinero enciende un pucho a escondidas. El cerro está tapado de
nubes.
Se espera una tarde de lluvia, rebosaran
las alcantarillas. En la noche olerá mal y los jóvenes se reunirán en algún
soportal a beber. La Flori saldrá a la esquina después de acostar al niño.
Nunca pierde la esperanza de ganarse unas lucas. Y si la pierde, debajo de esa
pintura roja de Heidi, no se nota.
IV
No es el mejor día para venir a trabajar,
pero el compromiso es el compromiso, si alguna vez quiero ser la estrella de
Animal Planet, tengo que estar para las duras y las maduras . Las palomas
suburbiales pueden ser una plaga. Ya las reclusas de todos los penales de Chile
las aborrecen, sin embargo aquí, paradas sobre los cables de la luz, borrado el
contorno de las alas por la lluvia, son el símbolo de una paz mundial que hace aguas.
Cada minuto y medio hago una serie de
diez fotos. La del centro es mi favorita, tiene signos en la cabeza de haber
sido picoteada por un macho, carece de postura, es una sombra que feca sobre
los autos estacionados delante de la Fonda del Chonco. Los colores grises en degradé son una sopa
sucia. Espero que se mueva, que haga el gesto de volar al resguardo del tejado,
pero está quieta, detenida en una imagen de pasta base. Solo un par de veces ha
seguido el movimiento del brazo del Benito, como si quisiera aprovechar el
instante de claridad para ver quienes están dentro.
¡Ahora!, ahora la paloma planea hasta la puerta y hay un momento en que
al pasar frente a la farola refleja en sus plumas una sombra de plata,
seguramente será robada. Dos tomas más y bajo a la Fonda.
V
En el informativo hablan de una lluvia
tóxica color café, apenas se distinguen los edificios. El canal de San Carlos
lleva chocolate. No hay explicaciones más allá del diluvio. Mejor es cerrar las
puertas, que la gente vaya a encerrarse a sus casas y ponga los cubos para
recoger la cosecha de goteras de este
Martes sin historia en que la selección ha vuelto a perder. Puta la huevá.
Una sopaipilla, tal vez esa es la
esperanza. Guarda la cámara en la funda y ve en el celular una llamada perdida
de la Carla, justo hoy.
Llueve sin ganas cuando el flaco Cardenal
entra en la Fonda, Benito le saluda
desde la mesa debajo del televisor. Se caen bien, a él fue a quien le contó el
secreto de las palomas andinas, las que tienen un ojo de pupila en espiral, un
torbellino inacabable que sugiere el abismo. Nadie lo sabe y esa será su llave
del éxito. Unir los puntos, el ojo de la paloma andina, la teología de la liberación,
las calles de esta ciudad vencida, la mirada de la Flori cuando le pasa leche
para su hijo, las conversaciones del
Veneno y Pancho K, que dan vueltas y vueltas sobre la imposibilidad de surgir,
pero no faltan.
Con la copa de Gato Negro de cada tarde,
el Chonco le trae un sobre con estampas de cuando su
hermana cuidaba la
parroquia. Allí está la que busca para hacer el montaje con el que terminará su
experimento gráfico. Sorprenderá al jurado de Animal Planet, lo presiente. No,
lo sabe, está seguro. Ellos esperan los videos de las selvas, de especies de
los hielos del Sur, de aves nadadoras en los rápidos de los ríos caudalosos, su
composición de fotos de palomas y tomas
de la fauna humana, la selva de la ciudad, las lluvias oscuras de la polución
que ataca, les romperá los moldes.
Sólo le queda elegir el título; duda
entre dos “Estudio del Espíritu Santo” o “La paloma trinitaria”. ¿Por qué no?
Le pregunta a Benito y después de pensar durante un rato Benito elige.
Vuelve a la calle, anochece, no contesta
la Carla. Llueve al mismo ritmo, como una foto repetida. Llueve sin ganas.