viernes, 9 de diciembre de 2016

El calendario de Noviembre

La jornada se acaba y mañana será nueve. El calendario de mesa tiene una mancha oscura, alguno de ellos apagó un cigarro sobre el mes de noviembre. Cagney, tal vez. Debió ser un impulso. Se excitó al disparar por la ventana. Caen como moscas, dijo. El 8605 Westplace  de Houston tiene estas cosas. No te aburres.

Antes anotaba todos estos detalles, ahora no. Luego han entrado Dawson y Sandler, traían el pantalón de servicio con manchas de sangre y olor a pachulí de puta negra. Se la tiraron detrás del departamento de policía. La pillaron robando en el supermercado,  cuentan… la puta negra, sí. Buenas tetas y culo poderoso ¿Qué otra cosa son?

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Desde el piso 43 se ven las calles 56 y 57. La torre es de uso mixto, pero el ascensor B es solo para ellos. A veces se reúnen allí para quemar pruebas o planear la semana. Hoy esa nube oscura y la amenaza de tormenta desaconsejan hacer el recorrido por las calles. Farrell se sobrepasó, están de acuerdo, pero eran dos musulmanes hediondos, apenas sabían 4 palabras en inglés, después de partirles la boca ya no pudieron pronunciar ninguna; después de mearse en los pantalones mugrientos era mejor rematarlos. Farrell es más expedito y está convencido que el Presidente sabe que él le votó, que él le obedecerá hasta el final. No corre riesgos, después de que les habían cortado las lenguas era mejor quemarlos.  Ya no quedan hombres leales a una causa, capaces de cualquier cosa por defender Chicago. Farrell además tiene una sonrisa ingenua de adventista del séptimo día.

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Pasó la ambulancia como un lamento sucio, el barrendero se llamaba Ramírez, esa mierda de apellido
y les había amenazado porque manosearon a su hija Yorelis ¿Qué nombre es ese?. Esto ya no es como antes, latinos de los cojones. La mierda es vuestra marca. El destino de huesos quebrados, el bolero de navajas, el candombe de  cadenas de plata. Hoy además es Jueves y en la noche juegan los Chicago Bulls contra el Oklahoma City Thunder, no hay tiempo para atestados y fichas policiales. Aquí la justicia es eficiente y  ni siquiera llevamos un año. Bastó un tajo en la cara, dos vueltas de la cadena al cuello.

Cuando perdieron los Bulls rompieron el televisor y remataron a Ramírez. Knowles se quedó con la correa claveteada, a veces traen cosas que puede uno quedarse, son curiosas, seguro que la robó. Han llamado de Houston, trasladan a un tal Cagney. Tiene nueve en su cuenta, como  hoy, nueve.

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Soy Whiterspoon, ¿Con quien hablo?. Envíenla acá, cantará como una gallina de la ópera. No hace falta que explique, le entendemos y una orden es una orden. Veremos después si tiene agallas la chingada. ¿No dicen ellos eso?  Aquí sabemos tratar a las damitas. Un paseo por el ascensor B las hace recuperar la memoria y cantan, vaya si cantan. No se preocupe sheriff, mañana lo tendrá inculpado y a ella enamorada de nuestros rabos americanos. Se les acabo la pulpa de tamarindo, se les acabó la lechada de vaca. Se acabó discriminar. Todos por el mismo rasero. Mueren de infarto antes de estamparse en la 56.

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Fue al anochecer del 9 de noviembre del 2017, el Presidente iba a juntarse con los representantes del Ku Klux Klan para recibir un homenaje por su contribución a la recuperación del honor mancillado de América, esta gran Nación. El capirote blanco se lo pondría el Hermano Mayor. Para estas cosas Trump era un hombre sencillo.

Aunque la túnica era morada, como la de los nazarenos españoles del Jesús del Gran Poder y del mismo color el capirote, solo  reparó en ellos el que hacía de Klupp. Se acercó y preguntó al de mayor estatura: ¿Ayak? Y sin acento le respondió: Akia. Todo claro, a pesar de que las gafas de fantasía le hicieran sospechar. 

Lo que vino después fue rápido. Un movimiento para clavarle el cuchillo de las matanzas de cerdos en el pecho, el grito agudo, la sangre como un grifo de vino,  el mechón rubio enrojecido y desprendido del cuero cabelludo. Una mentira más.


Los nazarenos eran mujeres, fueron descuartizadas en el suelo. Knowles averiguó que una de ellas se llamaba Yorelis, el nombre le sonaba. Después nada cambió demasiado, las reacciones humanas son lentas. Yo sí,  yo puedo decir que volví a tomar notas en cuadernos con círculos concéntricos, marca Antalis, el copy right es de Jaime Narváez y Belleza Infinita, no sé bien de dónde vienen, ni qué puede ser Belleza Infinita.

Cagney dejó de disparar, se masturba en el baño viendo fotografías de negras. Le gusta especialmente Miss USA 2016, Deshauna Barber, es militar, entró en el ejército cuando tenía 17 años, se imagina siendo su capitán, que manda que se ponga firme y le desabrocha la camisa caqui para pellizcar sus tetas oscuras. Llega hasta ahí. Se corre entero con ese pensamiento. Imaginarse tirándose a una mujer con uniforme es demasiado irresistible. Eso dice él.

A Whiterspoon lo condenaron a 6 años de presidio, pero esperamos que salga por buen comportamiento. Le fue peor a Farrell, pero la verdad es que nunca supe en qué estaba y tampoco voy a indagar, prefiero recortar fotos de Ivanka y Tiffany. Algunos días me imagino haciendo caminar desnuda a Melania a cuatro patas con su velo de luto. Es eslovena pero no hago ascos a las nacionalidades. No soy de esos.

Me quedé con el calendario de pared del departamento de Policía de Houston y seguí apagando cigarros en sus días impares, luego supe que no era Cagney el que lo hacía.  Por eso sospecho. En general sospecho. Esa ha terminado siendo mi vida, una sospecha.





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